sábado, 22 de mayo de 2010

Mi Padre me ama!

Esta historia comenzó en Winchester, Massachusetts, hace 43 años, cuando nació Rick Hoyt.
De alguna manera se le enredó el cordón umbilical alrededor de su cuello, dañando su cerebro y sus extremidades.
Los doctores le dijeron a los padres de Rick que iba a ser un vegetal para el resto de su vida. Pero Dick Hoyt, el padre de Rick, notó la manera en que los ojos de Rick le siguieron por la habitación y en ese momento inició su esperanza.
Cuando Rick cumplió 11 años de edad, lo llevó al departamento de ingeniería en la Universidad Tufts y preguntó si había algo para ayudar al niño a comunicarse. -”De ninguna manera,” le respóndieron. “no ocurre nada en su cerebro.”

“Cuéntale un chiste,” Dick le dijo a uno de los ingenieros de la Unversidad. Lo hicieron. Rick sonrió.

Resulta que mucho ocurría en su cerebro. lograrón crear un sistema en el que a través de un equipo, le permitió controlar el cursor al tocar un interruptor con el lateral de la cabeza, Rick finalmente pudo comunicarse, escribiendo a través del computador. Primeras palabras: “arriba Bruins! ” (Un famoso equipo de hockey sobre hielo).

Después de un tiempo escuchó que un joven de secundaria había quedado paralizado en un accidente y la escuela organizó un maratón de caridad para él, Rick le logró escribir a su padre, “Papá, quiero participar”.

“Sí claro” dijo el Papá de Rick de una manera sarcástica . Jamás he corridó más de una milla seguida, cómo voy a empujar a mi hijo cinco millas? Sin embargo, lo intentó”. Después de la carrera, “parecía yo el minusválido, por dos semanas estuve adolorido como nunca antes” dijo Dick el Padre.

Ese día cambió la vida de Rick por completo. “Papá,” Le escribió, en el monitor “cuando estábamos en la carrera, pude sentir como si ya no era más discapacitado”.

Y esa frase le cambió la vida de Dick. A partir de ese momento se propuso a darle a Rick ese sentimiento tan a menudo como podía. Logró desarrollar una condición física lo suficientemente fuerte que él y Rick estaban dispuestos a tratar la Maratón de Boston en 1979.

“De ninguna manera”, se le dijo a Dick. Los Hoyt’s no eran un solo corredor, y que esta no era una carrera para gente en silla de ruedas. Así que, por los primeros años, y Rick Dick sólo se unían a la carrera en forma extra oficial corriendo de todos modos con el resto de la gente sin ser parte formal del evento.

Unos años después, encontraron la manera de entrar en la carrera oficial: En 1983, corrieron en otro maratón tan rápido que lograron hacer el tiempo requerido para calificar en la carrera de Boston al año siguiente.

Entonces alguien dijo: “Oye, Dick, ¿por qué no un triatlón?”

¿Cómo es que un tipo, que nunca aprendió a nadar y no ha andado en bicicleta desde que tenía seis años, iba a arrastrar a su hijo de 110 libras a través de un triatlón?

Sin embargo, Dick Lo intentó pór su hijo.




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EL día de hoy han hecho 212 triatlones, incluyendo cuatro agotadoras competencias de 15 horas en la famosa carrera de Ironman en Hawai.

Este año, con las edades 65 y 43, Dick y Rick terminaron su 24vo Maratón de Boston, llegando en la posición número 5083, en una carrera donde corren más 20,000 participantes. Su mejor momento? Dos horas y 40 minutos en 1992 – sólo a 35 minutos del récord mundial, que, si te pones a pensar este record, fué hecho por una persona que empujaba a otro hombre en una silla de ruedas.


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Así como el pastor carga a un cordero, Yo te cargo a tí cerca de mi corazón…
Isaías 40:11

miércoles, 12 de mayo de 2010

La Botella de Agua

Un amigo trabajaba en una farmacia mientras estudiaba en la Universidad.

Su trabajo consistía en hacer entregas en algunos hogares de ancianos en la zona de Austin. Una tarea adicional era un breve viaje a una puerta vecina.

Cada cuatro días se echaba al hombro una gran botella de agua y la llevaba más o menos cincuenta pasos a un edificio detrás de la farmacia.

La cliente era una anciana de unos setenta años que vivía sola en una habitación oscura, con escasos muebles y falta de aseo. Del cielo raso colgaba una bombilla. El empapelado estaba manchado y roto. Las cortinas cerradas, y la habitación se veía lúgubre.

Steve dejaba el agua, recibía el pago, daba gracias a la señora y salía. Con el transcurso del tiempo comenzó a sentirse extrañado por esa compra. Supo que la mujer no tenía otra fuente de agua. Dependía de su entrega para lavar, bañarse y beber durante cuatro días. Extraña elección.

El agua municipal era más barata. La ciudad le hubiera facturado de doce a quince dólares mensuales; sin embargo, su pedido en la farmacia alcanzaba cincuenta dólares al mes. ¿Por qué no eligió el aprovisionamiento más barato?

La respuesta estaba en el sistema de entrega. Sí, el agua municipal costaba menos. Pero la ciudad enviaba solamente el agua; no enviaba una persona. Ella prefería pagar más y ver un ser humano que pagar menos y no ver a nadie.

¿Cómo puede alguien estar tan solo?
Mucha gente se siente sola y viven cerca de nosotros. Ellos darían cualquier cosa por tener unos minutos, solo unos minutos a alguien cerca de ellos. Dios nos ha llamado para tocar la vida de otros con la ternura de su amor. Hoy podrías hacer una gran diferencia en la vida de alguien cerca de ti.


[...]

Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido (Salmo 25.16).

Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho. Riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido (Salmo 6.6-7).


Reflexiones